23 de Mayo de 1899: Revolución Restauradora

Cipriano
Castro, en armas contra el Gobierno de Ignacio Andrade, cruza el 23 de
Mayo de 1899 el río Táchira, en el comienzo de una victoriosa marcha
hacia Caracas. Era la Revolución Liberal Restauradora o invasión de los
sesenta. Entre quienes acompañan a Castro iba su compadre Juan Vicente
Gómez.
Castro proclamaba que Andrade violaba la Constitución y él la
restauraría. En la población tachirense de Capacho, su cuna, lo espera
una multitud. Allí organiza un ejército de 1.500 hombres y avanza hacia
Caracas, de triunfo en triunfo, hasta llegar a la capital el 23 de
octubre de 1899. El lema de su revolución era: Nuevos hombres, nuevos
ideales, nuevos procedimientos.
La bala de la Carmelera (donde muere Joaquín Crespo) va a trazar rumbos
nuevos a la historia política venezolana. El Congreso de 1899 acuerda
restablecer la autonomía de los Estados conforme a la Constitución de
1864 y dispone que en tanto se organicen las secciones con el carácter
de Estados, Andrade nombre presidentes interinos volviendo a las
«autonomías históricas». Esta reforma divide el Congreso en
revolucionarios y constitucionalistas y le da bandera legitimista a los
aspirantes a la silla presidencial.
Cipriano Castro, antiguo parcial de Andueza Palacio, cruza el río
Táchira el 23 de Mayo de 1899. Esta invasión se ha llamado la Revolución
Liberal Restauradora o invasión de los sesenta. De segundo viene Juan
Vicente Gómez, antiguo comerciante en ganado y de carácter reservado.
Castro es hombre nervioso, retórico, valiente. Triunfa en «Tononó», «Las
Pilas», «Cordero». Resuelve marchar al centro y en Trujillo aprovecha
la vieja contienda entre conservadores y liberales para identificarse
con los segundos. En las alturas de Nirgua derrota al general Rosendo
Medina y en Tocuyito, vence definitivamente a los generales Antonio
Fernández y Diego Bautista Ferrer. Recibe el apoyo de los
«nacionalistas», quienes creen que está trabajando para su jefe. Así lo
apoyan Loreto Lima y Samuel Acosta.
Los liberales caraqueños que desconfían de Andrade presionan sobre éste
para que renuncie y ganarse así al jefe andino, cuya influencia le
disputan los nacionalistas. El banquero Manuel Antonio Matos, cuñado de
Guzmán Blanco, quien se entrevista con Castro y le expone las bases
necesarias para un pacto: renuncia del Presidente Andrade ante el
Congreso, implantación de la Constitución de 1864 y nombramiento del
Presidente por el Congreso. Castro pide la rendición incondicional.
Inexplicablemente, cercado por la traición, Andrade resuelve huir y el
Presidente del Consejo de Gobierno declara acéfala la jefatura y se
encarga del gobierno. Su fuga determina el triunfo de Castro. «Nuevos
hombres, nuevos procedimientos, nuevos ideales», es la síntesis de su
programa.
Con la entrada de Castro, Caracas ve de nuevo espectáculos a los cuales
ya se había acostumbrado. Similar al de 1864, cuando entraron los
federales, al de 1870, cuando entraron los de la Revolución de Abril, al
de 1892, cuando penetraron los llaneros «legalistas» de Crespo.
Adquiere de nuevo aspecto de campamento. Con Castro, dice Juan Oropesa,
penetra en la historia «la llamada invasión andina, porque con ella
irrumpen por primera vez en el escenario de la política nacional las
hasta entonces más sedentarias masas de las tierras altas, integradas
por gentes que hablan pausadamente, arrastrando las eses y cuya misma
fisonomía, difiere de la del tipo más hibridizado del resto del país.
Son los rústicos de la montaña, como antes habían sido los del Llano,
Oriente y la Costa, quienes integran en su Mayor parte el ejército con
que Castro recorre, en poco menos de seis meses, los mil y tantos
kilómetros que tiene que atravesar para llegar a Caracas».
El primer Gabinete de Castro se integra con predominio de los liberales
del continuismo anduecista. El 28 de octubre de 1899, «El Mocho», aún
con su nombramiento de Ministro en el bolsillo se pronuncia porque el
Gabinete «no corresponde a las aspiraciones de la Revolución que quiere
moralidad política y administrativa». No tarda en ser vencido y
prisionero.
El año 1900 marca la ruptura de Castro con los banqueros capitalistas.
Ante la negativa de éstos de suscribir un empréstito, el gobierno
amenaza con abrir las cajas fuertes a mandarriazos. Además, dicta un
decreto mandando a acuñar dos millones y medio de bolívares en plata y a
circular setecientos cincuenta mil bolívares en níquel. Tal decreto
introduce el pánico financiero y los banqueros objetan la política de
Castro, yendo a tener a la cárcel. No tarda en lograrse la paz con los
contendientes, pero al poco tiempo Matos, uno de los banqueros
encarcelados, surgirá como jefe de la llamada Revolución Libertadora.